
Después de tal brutal paralización de la guerra, que se dio en los años de 1915 a 1916, gracias a la Guerra de Posiciones, el panorama no mejoraría desde ningún punto de vista, ni para los Imperios Centrales (ahora también tomaríamos en cuenta al Imperio Turco-Otomano y a Bélgica como aliados de Alemania y Austria-Hungría) ni para los Aliados. Pero, ¿Por qué no se daría un progreso? Pues, debido a las varias crisis que los países beligerantes tenían que soportar internamente, ya que sus ejércitos tenían que formar parte de lo que estuviese ocurriendo dentro de su nación a parte de estar combatiendo en la gran guerra.

El Imperio Turco-Otomano, lidiaba con la pérdida de algunos territorios como Palestina y Mesopotamia, los mismos que habían caído en manos de los británicos. Mientras que, los italianos (ahora aliados a la Triple Entente) después de haber fracasado su negociado de tierras Austriacas con los británicos y franceses, se encontraban en un próximo derrumbe militar.
Gran Bretaña,


Rusia, quizá quién mostraba la crisis más aguda, presentaba inconformidad de la población campesina y trabajadora. Los mismos que deseaban que se diera fin a la guerra mientras que el gobierno insistía en continuarla. Pero, al no rendirse, estalló la Revolución Rusa.
Estos países también además de experimentar diversos conflictos internos, mostraban una situación de vida paupérrima debido a la escasez de alimentos, la insalubridad, y el surgimiento de grupos pacifistas. Por esto, y por lo anteriormente citado, las unidades políticas al interior de las potencias se fueron resquebrajando poco a poco.
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